«Maestro, ¿dónde vives? Les respondió: «Venid y lo veréis».
(Jn 2,35-39a)
Latidos agradecidos por la vida y por todo lo que reciben.
Latidos que con un gesto, una palabra, una expresión son capaces de valorar a los demás, apostar por ellos y reconocerles como hijos de Dios.