Abrazar el mundo es como abrir los brazos bien grandes y decirle al planeta: «Aquí estamos, dispuestos a amarnos y respetarnos todos». Es entender que cada uno tiene su estilo y su historia, pero al final todos compartimos este pedazo de tierra que llamamos hogar.
Cuando abrazas el mundo, te das cuenta de que somos como una mega familia global, con tradiciones, lenguajes y maneras de ser diferentes, pero eso es lo que hace todo tan enriquecedor. Es como un recordatorio de que lo que hagamos aquí tiene un impacto que se siente al otro lado del charco.
Y no es solo cuestión de andar por ahí viajando, es abrir la mente y el corazón para entender las vivencias y perspectivas de los demás. Es como un intercambio constante de aprendizajes y experiencias que nos hace crecer a todos.
Entonces, abrazar el mundo es reconocer que todos somos parte de esta película y que tenemos que tratarnos con respeto y consideración. No importa de dónde vengas, qué lengua hables o qué creas, todos merecemos nuestro espacio y nuestro respeto. Porque en el fondo, somos una gran tribu global y si nos cuidamos y respetamos entre nosotros, el mundo nos devuelve ese amor multiplicado por mil.
