Cada árbol se conoce por su fruto.
(Lc 6, 43)
Latidos comprometidos con nuestro mundo, con el cuidado de la creación y con todo aquello que Dios nos regala cada día para nuestro disfrute y satisfacción.
Latidos que cuidan, reciclan, reutilizan y reducen necesidades para que la creación siga siendo bella y grandiosa.