Las Agustinas Misioneras tenemos un itinerario similar al de varias de las congregaciones agustinianas, somos –por origen y destino- laicas en una cofradía, luego terciarias, más tarde y progresivamente religiosas –pero con estructura de monjas- al fin, por un reclamo del propio destino que dormita en la propia identidad: somos lo que fuimos en el principio y para eso somos. Identidad y destino han de ir unidos. Porque la identidad es para el destino y este ha de sumergirse en las aguas de la identidad.