Relatan martirio en Argelia de dos agustinas misioneras en proceso de beatificación


cari y esther 2MADRID, 01 Sep. 13 / 07:29 pm (ACI/EWTN Noticias).- Las hermanas Caridad Álvarez y Esther Paniagua son dos agustinas misioneras que podrían ser elevadas a los altares debido a que fueron asesinadas por odio a la fe durante las revueltas de 1994 en Argelia, tal como relataron dos de las religiosas que fueron testigos de su fidelidad al Evangelio a costa de sus vidas.

Sor María Jesús Rodríguez Muñoz y Sor María Paz Martín son dos agustinas misioneras que vivieron en primera persona la muerte las hermanas Caridad Álvarez y Esther Paniagua, dos misioneras asesinadas por odio a la fe durante las revueltas de Argelia en 1994 y que actualmente están en proceso de canonización.

A mediados de los años 90 Argelia se vio envuelta en una oleada de violencia. Las revueltas afectaron especialmente a los extranjeros que vivían en el país y de manera muy particular a los religiosos misioneros que realizaban su labor allí ya que eran una comunidad minoritaria.

La situación en el país se volvió especialmente violenta durante el verano de 1994. En esos meses, ante el recrudecimiento de la violencia, la embajada de España en Argel aconsejó a los españoles que salieran lo antes posible del país. Lo mismo hizo el Arzobispo de Argel, Mons. Henri Teissier, quien pidió a las comunidades religiosas establecidas en su ciudad que hicieran un discernimiento para que cada uno de los misioneros eligiera libremente su estancia o su partida del país, ya que la situación era extremadamente peligrosa.

Ante esta situación, la hermana María Jesús Rodríguez, como superiora provincial de las Agustinas Misioneras, decidió ir a visitar a las tres comunidades que tenían en Argel y acompañarlas en ese discernimiento que después resultó decisivo para sus vidas.

«El 6 y 7 de octubre de 1994 hicimos ese discernimiento. Fue un momento muy fuerte de experiencia de fe. Nos acompañó el Arzobispo de Argel y rezamos en un ambiente sereno. Todas ellas eran muy conscientes del peligro que corrían, pero todas libremente y a nivel individual decidieron quedarse en Argelia. Una a una fueron diciendo las razones: por fidelidad al Evangelio, por amor al pueblo argelino que les había acogido, porque ellas estaban compartiendo fe y vida con ese pueblo y no querían huir sino correr su misma suerte… En ningún momento querían morir, eran amantes de la vida, pero también amantes de su pueblo y decidieron permanecer allí», explica la hermana en declaraciones a ACI Prensa.

La entonces superiora permaneció con las comunidades de Agustinas Misioneras durante algunas semanas. El 23 de octubre, jornada dedicada en la Iglesia a las misiones, también conocido como ‘Día del DOMUND’, Sor Rodríguez se encontraba con las hermanas de la comunidad de Argel.

«Precisamente el día del Domund animé a Cari a volver a España porque estábamos muy preocupadas por ellas, pero ella me dijo: ‘Es mi fidelidad a la misión. Les he dicho en casa que si me sucede algo, quiero que me entierren en Argelia’. Ésto me lo dijo hora y media antes de morir», explica Sor María Jesús visiblemente emocionada.

La hermana Esther Paniagua trabajaba en un hospital en la zona de Bab el Oued y vivía en la misma comunidad que Caridad. El 23 de octubre, Sor Esther había recibido una visita del embajador de España en Argelia en el hospital en el que trabajaba. El embajador les pedía que dejaran el país.

«Nos contó que el embajador quería haberla sacado en el coche blindado y ella dijo que no, que volvería a casa a pie, como siempre. Ése dia Esther cuando regresó a casa traía un libro titulado ‘Tu entrega por amor'», cuenta la religiosa.

Periódicamente las superioras de la congregación que estaban en Madrid (España) llamaban a las comunidades de Argel para preguntarles si habían cambiado de opinión tras el discernimiento, a lo que -según cuenta María Jesús- siempre respondían igual: «‘No os preocupéis. Estamos en las manos de Dios’. ‘Pero, ¿y si os pasa algo?’, insistían desde Madrid. ‘Pues si nos pasa algo, seguimos estando en las manos de Dios’, contestaban», recuerda la ex superiora provincial con lágrimas en los ojos.

«En una de las comunidades de Argel vivían Caridad, Esther y Lourdes y solían ir a Misa juntas por la tarde, después de volver de sus respectivos trabajos. Como yo seguía en esta ciudad con ellas después del retiro de discernimiento, ésa tarde del martes 23 de octubre nos disponíamos a ir a Misa juntas, en la capilla que las Hermanitas de Foucauld tenían a pocos metros de nuestra casa», cuenta María Jesús. Y continúa explicando: «Para ir a la capilla decidimos hacerlo según las normas de seguridad que la embajada nos había dicho: ‘Salir siempre de dos en dos’. Por eso primero fueron Caridad y Esther y cinco minutos después salimos Lourdes y yo. Íbamos a unos 100 metros de distancia», cuenta María Jesús.

«Caridad y Esther torcieron la calle y las perdimos de vista. En ese momento sonaron dos disparos. Instantes después la gente comenzó a correr y una señora nos metió en su casa. Oímos llorar y supimos que un cristiano había muerto. Subimos al tejado de la casa, desde donde se veía la capilla de las Hermanas de Foucauld y vimos los cuerpos de Cari y Esther tirados en el suelo», explica la hermana María Jesús con voz entrecortada y lágrimas en los ojos.

Ambas murieron. Sor Caridad estaba llamando al timbre de la casa de las Hermanas de Foucauld en el momento del disparo, por eso su cuerpo cayó sobre la puerta. Todavía hoy se encuentra el agujero de la bala en la entrada.

Las hermanas Esther y Caridad son dos de los 19 misioneros que perdieron la vida entre 1994 y 1996 en Argelia, por eso su causa de canonización está abierta conjuntamente. En 1996 también fueron asesinados el Obispo de Orán (Argelia), Mons. Pierre Claverie y su chófer, a quienes pusieron una bomba en casa.

También murieron en esa oleada de violencia los monjes trapenses en quienes después se basó la película “De dioses y hombres”.

Sor María Paz Martín, que durante los años 90 ocupaba cargos de responsabilidad dentro de las Agustinas Misioneras, cuenta sus recuerdos del Jubileo de los Testigos de la Fe del siglo XX, el 7 de mayo del año 2000 que el Papa Juan Pablo II convocó. «Me impactó la homilía que explicaba por qué había que hablar de los mártires. Y explicaba que ellos son los mayores exponentes del ecumenismo y que los jóvenes tienen que saber lo que nos ha costado la fe a los que nos han precedido, es preciso hacer memoria de ellos y documentada, explicaba el Papa».

La hermana María Paz explica que el amor al país y a su gente que tuvieron las religiosas Caridad y Esther y los demás misioneros que murieron en Argel «no se explica con la Sociología o la antropología. Sólo es posible cuando se ha hecho un hueco en el corazón para el amor de Dios».